Casa Auryn

Casa Auryn

Se trata de una pequeña vivienda familiar para María José, Dani, Inés y su perrita Kati.

El gran reto del proyecto ha sido enfrentarse al Lienzo en Blanco que suponía una urbanización pendiente de edificar, tanto que cuando comenzamos no había absolutamente nada. La vida se limitaba a 10 minutos por la mañana y otros tantos a mediodía, cíclica e intensa, restringida al horario del Colegio próximo. El carácter pionero de la intervención ha marcado nuestro trabajo.

Ante la ausencia urbana ha sido fundamental poner en valor las referencias del entorno. En este caso la Sierra de Mijas se levanta al Sur mientras que al Norte, en el valle, el río Guadalhorce, cítrico y aromático fluye suavemente hasta la bahía. Mucho más cerca, hacia levante, el cauce de un pequeño barranco y una hilera de pinos piñoneros en la acera de enfrente nos recuerdan que no hace tanto, el siglo pasado, en este lugar se unían sierra y valle.

Esta ha sido la herramienta de proyecto utilizada para llenar de energía este solar, en primer lugar, haciendo continuo el movimiento que solo aparece cuándo las familias de las urbanizaciones próximas van o vienen al cole o cuando, fruto de las lluvias, el barranco fluye. A la vez se ha preservado la intimidad familiar, valor fundamental de la zona mediterránea desde la antigüedad hasta hoy.

Con este objetivo se plantea un programa sencillo, trufado por patios y jardines.

La planta primera se destina a los dormitorios de la familia, sendas habitaciones con baños privados y un estudio compartido abierto a la doble altura desde donde se contempla la cubierta verde del patio que, en esta planta, da continuidad al jardín.

En planta baja ocurre la vida diaria, que bien se extiende al jardín, bien se cobija en un patio donde desayunar en primavera junto a la cocina. Un pequeño aseo y armario sirven para organizar entrada, cocina y salón comedor, sin división física alguna.

Finalmente un semisótano multifuncional esconde mil secretos, ocio, juego, fiesta y siesta.

Los dos volúmenes en L que se intersecan perpendicularmente definen además el edificio, liberando la máxima superficie posible en la pequeña parcela para un jardín que se eleva respecto a la acera lo suficiente para poder habitarlo sin ser observado y disfrutar de la sombra del rotundo vuelo de la primera planta.